AUTOR: Jorge Botas
PRÓLOGO: Gladys Abilar
El título de este libro nos anuncia un mensaje a priori de lo que sucede a lo largo de estas páginas que recorremos de la mano de su autor, Jorge Botas.
Sin prisa, degustando los momentos vividos, recordando la vida en cada uno de sus gestos, el color de los sentimientos, las añoranzas y los deseos de siempre, recuperar ese espacio de amor, amistad, compañerismo, gratitud y alegría. Con causa, porque cada hecho en sí justifica la sangre de aventura que marca los latidos de su transitar la vida sin prisa y con causa.
Con un propósito genuino y una cordialidad congénita, que no decaerá a lo largo del libro, Jorge Botas hace entrega de un conjunto de poemas portadores de un mensaje pleno de savia nutricia, y un devenir inquebrantable como si cada instante fuera la última opción para cada respiro, donde rescata los valores del espíritu, los principios éticos, las normas que rigen la conducta humana y el respeto por los demás.
Su arma es la palabra. Y dispara con ella armada de poesía. Cada poema le da forma a un hecho trascendental de su vida. Lo edifica, lo cincela, lo fecunda. Y lo honra. Cual pinceladas de colores sobre un lienzo va elaborando la obra de su inspirador transcurrir.
La lealtad y admiración por su progenitor se condensan en un logrado poema que da comienzo al libro Poema a mi padre:
“A este mundo se llega igual que un sabio
cuya sabiduría ha olvidado…”
…….
¡Bendita suerte y gracia fue la mía!
Maestro como el mío hubo uno solo…”
Conmovedora síntesis del amor y el breve tránsito, y que ante la fe en Dios cobija su alma. En el Soneto para mi madre alcanza la máxima expresión del amor sin condiciones, el amor por el amor mismo, cuando dice:
Me asomé a esta vida y sin dar yo nada
Me esperaba todo lo que tiene un rey…
…….
Tus ojos azules de mirada franca
Son el pasaporte a un lugar de ensueño
Un puerto seguro donde ya no hay miedos
Y donde el guerrero recobra la calma.
Con una rima sencilla, sin retóricas pretensiones ni artificios literarios, va contando su devenir, ora entre sus compañeros del Belgrano amado, ora en un retiro espiritual, ora en los caminos del amor, ora en alas de la aventura, en un abanico de experiencias vividas con el alma en la mano y el verso en la garganta.
No se puede negar que Jorge Botas draga las profundidades del espíritu humano, tantea los latidos del universo, es un perpetuo hacedor del recuerdo, vive para construir ese recuerdo del cual se alimenta, para honrar el camino, para multiplicar la Fe.
La amistad es uno de los pilares más elevados, en su escala de valores es un hito que ordena su propio cosmos. El concepto de amistad que abraza Jorge Botas es ancho, profundo y alto como el universo mismo, es el espejo en el que se mira y siempre se encuentra pues al hacer de ella un culto, él se siente a salvo. La amistad es la brújula que orienta su mirada, es el metrónomo que ordena sus pasos, es el pulso del diario vivir.
Todo en este libro habla de lealtad, fidelidad y amor en sus diversas manifestaciones. Sin prisa y con causa es rico en sentimientos y acciones, es edificante en cuanto a los valores del ser humano, es receptivo y creativo. A cada paso Botas desnuda su alma en el afán de alcanzar la auto-superación, vencer los desafíos de cada día en el crecimiento sin pausa de sus acciones y en el desborde consciente de sus ansias de aventura.
Ante el amor perdido elabora una bella síntesis, en un juego de palabras que se entrelazan como en una danza, con ritmo, ternura y color:
“Si tú no volvieras
yo ya no podría
ser como era antes
ser como era yo.”
Otra manifestación del amor se expresa en el poema Hermanos, donde la emoción y la ternura sobrevuelan cada palabra, cada designio, cada anhelo, en unidad con el espíritu que los puebla y los hace familia.
Hay en todo este poemario un clima de cordialidad y alegría, de emociones y gratitudes, de humilde consideración, dignas de quien ha sabido honrar los valores y la fe recibida.
La obra de Jorge Botas trasunta poesía, simple y llanamente poesía, la que cuenta su cuna, la que cuenta su historia, la que cuenta sus edades, la que cuenta sus aventuras, el amor, los sueños, los deseos y los hechos que marcaron instantes inspiradores y trascendentes de su vida.
Como corolario de lo antes expuesto, Sin prisa y con pausa cierra estas páginas con el poema “Destino”. Un cuestionamiento poéticamente existencialista, la incertidumbre ante lo desconocido, los días que vendrán, “saber que el destino no avisa jamás”, y casi al final la amistad nuevamente, ese estandarte de gloria que Jorge Botas enarbola desde el principio mismo de sus días.
Sin prisa y con causa, un libro vivificante, donde se huele, se respira, se vive la paz, el bienestar, el amor.
Felicito a Jorge Botas por este logrado gesto poético.