Poemas de Antología FAP

Antología FAP

AUTORRETRATO

Soy un pequeño gesto de la vida

un reflejo desgarrado de un relámpago

una luz en el pantano.

Soy la levedad de una caricia en duermevela

un latido que arrojó el universo

una mueca que intenta ser palabra

una palabra que sublimó sus letras.

Soy el grito de un útero en riña

un esbozo de vida en los escombros

una voz que se desangra entre las piedras.

Soy una música que lavó sus notas

en la fuente matriz de una entelequia;

un ave que plegó sus alas

de mórbido plumaje.

Soy una partícula de gleba fecundada

en un páramo insurgente,

la sonrisa que trueca rostros de espanto.

Soy la flor que redime a la bestia.

EL ALBA EN SUS SIENES

Su fragilidad se consumía

en las bocas del hambre.

Quiso arrancársela a la muerte

trajinándole los últimos suspiros.

Y le derramó sus manos en el pelo,

y le ahuyentó golondrinas en la frente,

y le desnudó los ojos

ante el asombro de los cardones.

Su silencio lo lamía. Él le tocaba los alientos,

y de ser posible le hubiera despuntado

el alba en sus sienes.

LA MIRADA QUE ME ELIGE

Creo en el poema que nos salva

de ser lágrima que alienta la tristeza.

Creo en la palabra que brota

con la fuerza y el candor de la vertiente.

Creo en la bondad del manzano

porque acuna entre sus brazos el nido del jilguero.

Creo en la sumisión de las canas

y en la virtud de las arrugas.

Creo en la caricia sanadora

y en el beso que redime.

Creo en la mirada que me elige

porque aún sin conocerme me fecunda.

Creo en el silencio inmaculado

porque deja dialogar a nuestras almas.

Creo en el Amor, porque es perfecto.

MIS OJOS

Cada vez que miro a los cielos de Dios,

la envidia se enquista en mis manos

porque jamás

podrán empaparse de estrellas.

En cambio mis ojos,

mis ojos pueden llenarse de ellas.

BAJO MI PIEL

Bajo mi piel, te siento vida.

Me lates, me navegas, me germinas

creces multiplicándote en espejos

que el tiempo borrará.

A veces prolifera la zarza en mi coraje

y me resisto, y vuelvo en tu semilla.

Amorosas tentaciones

serpentean en mi boca.

Tus labios piden. Me niego, e inauguro

el juego del deseo.

Me escindo entre el goce y la abstinencia.

No puedo detenerte.

Estás bajo mi piel.

HARTAZGO

Estoy harta del gris de los andenes

de los atardeceres grises que fagocitan la ciudad

de las grises garúas que se suicidan sobre el asfalto

de los otoños grises por no atreverse al oro

y de los grises desvelos de la culpa.

Estoy harta de los pensamientos grises,

de las hostias grises que se duermen en mi paladar,

del gris de tu ausencia, porque no te atreves,

del gusto a gris que tapiza mi boca cuando bebo la vida.

Estoy harta del gris de los gorriones

de los balcones grises que abortan golondrinas

de los escombros que se devoran los pasos vacilantes del miedo,

de las sombras grises que exterminan la inocencia

de la escarcha gris, puñal de madrugadas.

Estoy harta de los grises zaguanes paridores de silencio

del gris de las plegarias que se encadenan en mi lengua

y de las promesas grises que demoran la dicha de amar.

EL DESEO NO HA MUERTO

Nunca digas que el deseo ha muerto.

Ha muerto el ser que lo inspira.

Lo inspira en vano quien no lo siente,

lo siente ajeno quien no desea.

No desea quien ya está muerto.

ÉXTASIS

En noches de insomnio

germino en aromas.                           

Recuerdos ocultos asoman en el vértice

mordaz de mi cordura.

Brumas y deseos empañan el espejo

gemidos, suspiros, rosas …

Mis dedos huellan tu geografía

colinas y valles, pezones de aliento.

El éxtasis tiembla en preludios de aurora

y vierten sus lágrimas los misterios

sobre mi piel florecida.

PROVERBIAL

¿Podrá la noche demorar las estrellas

ante el paso irrestricto de las horas?

¿Podrá el damasco fraguar su miel

ante la última nieve de invierno?

¿Podrá el labriego conquistar la gleba

ante la urgencia de la semilla?

¿Podrá el tigre declinar sus garras

ante la mansedumbre del cordero?

¿Podrá el camino perpetuar tus huellas

ante la deserción de tus pasos?

¿Podrá el cardón amordazar la sed

ante el éxodo impío de la lluvia?

¿Podrá la rosa resignar sus espinas

ante el influjo proverbial de tu caricia?

CLAROSCUROS

No reconozco a tu mundo y sus delirios.

No reconozco al ser que te habita

ni a los claroscuros de tu credo

ni a la roca imperturbable de tus labios.

Se abre un barranco ante mis pies insomnes;

el alma en gajos se me asoma al filo

de la boca oscura con temblor de dagas.

Es el río que lame mis arterias,

la tarde que enciende sinfonías;

cuando intento doblegar la incertidumbre

el coraje se quiebra y cae mi disfraz.

El beso rasga la superficie,

y sangra la locura.

PENUMBRA

De todos los mundos, tu mundo ha sido

el cuenco donde volcar mis desatinos.

Quise abarcarte, mis brazos no obedecen;

agonizan tus huellas en mi piel

y aunque tu boca me sembró de besos

 no he podido olvidar.

Horado el surco

donde se inmola el grito.

No me encuentro en las sombras.

Me habita tu ausencia

crecida en tiempos.

Y sin embargo…

hay aromas de ti sobre mi almohada

cicatrices de nostalgias compartidas.

Una mujer en la penumbra.

LLAGA TIERNA

Llaga tierna

dulce herida.

Un licor de sangre

acaricia mi garganta.

En el altar de mi pecho yace

la rosa que resignó el perfume

a las espinas.

GRIETAS

Los días de mi vida agostaron

 heridos por la guadaña de los años.

Prematuros rehenes del tiempo

van mellando la virtud de mi alma incauta.

Y se abren grietas.

Como ríos tercos que horadan la montaña

se ensanchan y se angostan,

 se pierden, se encuentran,

se juntan y se abrazan.

Y se abren grietas,

precoces, insolentes.

En perpetua contienda

con el tiempo y sus demonios

no aguardan el ocaso necesario.

Erosionan mis días cuajados de esperanza.

HUELLAS

Tus pies saben el camino.

Vienen de lejos palpitando distancia

con levedad de alas

y sueños de crepúsculos.

Tus pies saben de la arena en la playa

y rumores de espuma. 

Ellos intuyen la frescura

del pasto en la mañana

con bostezos de aurora

y alientos de madreselva.

Yo adivino tu aquiescencia.

Tus pies sospechan mis huellas.

Una lágrima bebió el polvo

y talló sin miedos su sombra peregrina.

Tus pies quieren de mí.

Caminan los días de mi historia

copiando sus formas.

Me buscan, me intuyen. Me piensan.

HERIDAS

Con manos de sal

le abrió una herida al páramo

y le fue tan hondo tan hondo

que las entrañas aullaron.

Se alborotaron las aguas

y la tierra lloró

su diáfano elemento

que fue río, arroyo, cascada.

La piedra inmutable tembló

y su mutismo de siglos

devino en lecho gozoso.

Se dejó lamer por las aguas

mitigando sus heridas.

SOLEDAD

El dolor de tu partida postergó mi sangre.

Un cortejo de sombras escoltó el desamparo,

se partió el llanto

y mis ojos se encadenaron al silencio.

El cielo sembró aguijones de escarcha

sobre mi cuerpo aterido.

La soledad, brumosa presencia,

 guio mis pies en las trampas del fracaso.

Soledad, extraña entelequia sin rostro

sin voz, sin cuerpo ni alma.

A veces trae señales de sosiego

con caricias de alabastro

y penas de granito.

Y lágrimas secas

sobre mi destierro.

¿HASTA DÓNDE?

Entre el bien y el mal

                    se abre un abismo.

Hay quienes lo llenan

                    de rosas.

Hay quienes lo llenan

                    de espinas.

    ¿Hasta dónde

                     el perfume?

   ¿Hasta dónde

                     las heridas?

PUÑALES DE SEDA

Voy a caminar tus desvelos

voy a desnudar tu silencio.

No hay otra forma de llegarte.

Mis dedos ávidos, puñales de seda,

rasgarán la alquimia de tu piel

y penetraré  tu exilio.

Llevaré en mi equipaje la caricia tierna

y un poema invicto.

Y conquistaré tu semilla

aunque duela el abismo

y el misterio te nombre.

OTOÑO

El otoño se avecina minucioso

en su traje de oropeles y escarlata,

va posando su raigambre rumorosa

en las copas resignadas de los pinos.

Hay un juego sugestivo de colores

en las faldas vaporosas de los mimbres

y un murmullo de hojas muertas se adormece

en la alfombra plañidera de los robles.

Se desgaja la corteza de canela

de los plátanos crujientes de hojarasca,

resignada, la madera se desnuda

cuando emerge del otoño airosa piel.

Ramas huérfanas son lecho de rocío

mientras llega el cierzo con la aurora,

se aletarga en la calvicie de las copas

cual doncella que ha perdido su ornamento.

Tiembla el árbol que ha abdicado su esplendor

despojándose de alegres carnaduras.

Cuando siente que la vida se ha apagado

brota savia de sus venas sorprendidas.

QUEBRACHO

Le digo al quebracho que aguante

la vida es dura y no perdona;

el viento muerde y la lluvia punza.

Rayos y granizos laceran la piel.

Le digo al quebracho que aguante

que él no tiene estirpe de cobarde,

la vida es dura y no perdona;

y cuando viene vestida de hombre

no hay piedad.

El hacha decapita, el fuego calcina.

Quieren tu madera, quebracho,

porque es fuerte, gentil, ardiente,

porque resiste obraje, tiempo y desafíos.

¿Y el puma, quebracho?

¿Dónde dormirá su siesta de fauno

si asesinan tu sombra?

¿Dónde soñará la serpiente su sueño de percal

y colgará la flor del aire su ardiente penacho

si masacran tus ramas con la picota del resentimiento?

¿Dónde hará nido el ave y cantarán las brisas

si queman tu celaje de tul?

Ellos no entienden que tus pies

abrazados a la tierra no pueden escapar.

Y ahí te quedas, resignado, indefenso, digno.

Qué solo te ves;

¿Dónde están tus hermanos?

La furia del hombre los derribó.

Los mismos que se calientan con tu lumbre

y se cobijan bajo tu sombra.

Ellos no entienden tu orgullo.

Sólo ven la obstinación de tu corteza trepando al cielo

y no saben que es disfraz de tu dolor.

¿Y tus lágrimas, quebracho?

No las quieres mostrar.

Sangran corazón adentro

horadando la huella de tu virtud de árbol

que no quiere lástima.

¡Celebra la savia que por tus venas corre con fervor!

EL VIAJE DE LA NUBE

La nube trepó por la montaña

ignorando la voracidad de la cima.

La cima la aguardaba, codiciosa

sus dientes tallados por el hambre.

Y desgarró su inocencia.

Su inocencia tiñó el regazo

de la montaña inimputable.

Y humilló al crepúsculo.

El crepúsculo, desconcertado,

resignó su imperio

al ultraje de la nube.