AUTORRETRATO
Soy un pequeño gesto de la vida
un reflejo desgarrado de un relámpago
una luz en el pantano.
Soy la levedad de una caricia en duermevela
un latido que arrojó el universo
una mueca que intenta ser palabra
una palabra que sublimó sus letras.
Soy el grito de un útero en riña
un esbozo de vida en los escombros
una voz que se desangra entre las piedras.
Soy una música que lavó sus notas
en la fuente matriz de una entelequia;
un ave que plegó sus alas
de mórbido plumaje.
Soy una partícula de gleba fecundada
en un páramo insurgente,
la sonrisa que trueca rostros de espanto.
Soy la flor que redime a la bestia.
♦
EL ALBA EN SUS SIENES
Su fragilidad se consumía
en las bocas del hambre.
Quiso arrancársela a la muerte
trajinándole los últimos suspiros.
Y le derramó sus manos en el pelo,
y le ahuyentó golondrinas en la frente,
y le desnudó los ojos
ante el asombro de los cardones.
Su silencio lo lamía. Él le tocaba los alientos,
y de ser posible le hubiera despuntado
el alba en sus sienes.
♦
LA MIRADA QUE ME ELIGE
Creo en el poema que nos salva
de ser lágrima que alienta la tristeza.
Creo en la palabra que brota
con la fuerza y el candor de la vertiente.
Creo en la bondad del manzano
porque acuna entre sus brazos el nido del jilguero.
Creo en la sumisión de las canas
y en la virtud de las arrugas.
Creo en la caricia sanadora
y en el beso que redime.
Creo en la mirada que me elige
porque aún sin conocerme me fecunda.
Creo en el silencio inmaculado
porque deja dialogar a nuestras almas.
Creo en el Amor, porque es perfecto.
♦
MIS OJOS
Cada vez que miro a los cielos de Dios,
la envidia se enquista en mis manos
porque jamás
podrán empaparse de estrellas.
En cambio mis ojos,
mis ojos pueden llenarse de ellas.
♦
BAJO MI PIEL
Bajo mi piel, te siento vida.
Me lates, me navegas, me germinas
creces multiplicándote en espejos
que el tiempo borrará.
A veces prolifera la zarza en mi coraje
y me resisto, y vuelvo en tu semilla.
Amorosas tentaciones
serpentean en mi boca.
Tus labios piden. Me niego, e inauguro
el juego del deseo.
Me escindo entre el goce y la abstinencia.
No puedo detenerte.
Estás bajo mi piel.
♦
HARTAZGO
Estoy harta del gris de los andenes
de los atardeceres grises que fagocitan la ciudad
de las grises garúas que se suicidan sobre el asfalto
de los otoños grises por no atreverse al oro
y de los grises desvelos de la culpa.
Estoy harta de los pensamientos grises,
de las hostias grises que se duermen en mi paladar,
del gris de tu ausencia, porque no te atreves,
del gusto a gris que tapiza mi boca cuando bebo la vida.
Estoy harta del gris de los gorriones
de los balcones grises que abortan golondrinas
de los escombros que se devoran los pasos vacilantes del miedo,
de las sombras grises que exterminan la inocencia
de la escarcha gris, puñal de madrugadas.
Estoy harta de los grises zaguanes paridores de silencio
del gris de las plegarias que se encadenan en mi lengua
y de las promesas grises que demoran la dicha de amar.
♦
EL DESEO NO HA MUERTO
Nunca digas que el deseo ha muerto.
Ha muerto el ser que lo inspira.
Lo inspira en vano quien no lo siente,
lo siente ajeno quien no desea.
No desea quien ya está muerto.
♦
ÉXTASIS
En noches de insomnio
germino en aromas.
Recuerdos ocultos asoman en el vértice
mordaz de mi cordura.
Brumas y deseos empañan el espejo
gemidos, suspiros, rosas …
Mis dedos huellan tu geografía
colinas y valles, pezones de aliento.
El éxtasis tiembla en preludios de aurora
y vierten sus lágrimas los misterios
sobre mi piel florecida.
♦
PROVERBIAL
¿Podrá la noche demorar las estrellas
ante el paso irrestricto de las horas?
¿Podrá el damasco fraguar su miel
ante la última nieve de invierno?
¿Podrá el labriego conquistar la gleba
ante la urgencia de la semilla?
¿Podrá el tigre declinar sus garras
ante la mansedumbre del cordero?
¿Podrá el camino perpetuar tus huellas
ante la deserción de tus pasos?
¿Podrá el cardón amordazar la sed
ante el éxodo impío de la lluvia?
¿Podrá la rosa resignar sus espinas
ante el influjo proverbial de tu caricia?
♦
CLAROSCUROS
No reconozco a tu mundo y sus delirios.
No reconozco al ser que te habita
ni a los claroscuros de tu credo
ni a la roca imperturbable de tus labios.
Se abre un barranco ante mis pies insomnes;
el alma en gajos se me asoma al filo
de la boca oscura con temblor de dagas.
Es el río que lame mis arterias,
la tarde que enciende sinfonías;
cuando intento doblegar la incertidumbre
el coraje se quiebra y cae mi disfraz.
El beso rasga la superficie,
y sangra la locura.
♦
PENUMBRA
De todos los mundos, tu mundo ha sido
el cuenco donde volcar mis desatinos.
Quise abarcarte, mis brazos no obedecen;
agonizan tus huellas en mi piel
y aunque tu boca me sembró de besos
no he podido olvidar.
Horado el surco
donde se inmola el grito.
No me encuentro en las sombras.
Me habita tu ausencia
crecida en tiempos.
Y sin embargo…
hay aromas de ti sobre mi almohada
cicatrices de nostalgias compartidas.
Una mujer en la penumbra.
♦
LLAGA TIERNA
Llaga tierna
dulce herida.
Un licor de sangre
acaricia mi garganta.
En el altar de mi pecho yace
la rosa que resignó el perfume
a las espinas.
♦
GRIETAS
Los días de mi vida agostaron
heridos por la guadaña de los años.
Prematuros rehenes del tiempo
van mellando la virtud de mi alma incauta.
Y se abren grietas.
Como ríos tercos que horadan la montaña
se ensanchan y se angostan,
se pierden, se encuentran,
se juntan y se abrazan.
Y se abren grietas,
precoces, insolentes.
En perpetua contienda
con el tiempo y sus demonios
no aguardan el ocaso necesario.
Erosionan mis días cuajados de esperanza.
♦
HUELLAS
Tus pies saben el camino.
Vienen de lejos palpitando distancia
con levedad de alas
y sueños de crepúsculos.
Tus pies saben de la arena en la playa
y rumores de espuma.
Ellos intuyen la frescura
del pasto en la mañana
con bostezos de aurora
y alientos de madreselva.
Yo adivino tu aquiescencia.
Tus pies sospechan mis huellas.
Una lágrima bebió el polvo
y talló sin miedos su sombra peregrina.
Tus pies quieren de mí.
Caminan los días de mi historia
copiando sus formas.
Me buscan, me intuyen. Me piensan.
♦
HERIDAS
Con manos de sal
le abrió una herida al páramo
y le fue tan hondo tan hondo
que las entrañas aullaron.
Se alborotaron las aguas
y la tierra lloró
su diáfano elemento
que fue río, arroyo, cascada.
La piedra inmutable tembló
y su mutismo de siglos
devino en lecho gozoso.
Se dejó lamer por las aguas
mitigando sus heridas.
♦
SOLEDAD
El dolor de tu partida postergó mi sangre.
Un cortejo de sombras escoltó el desamparo,
se partió el llanto
y mis ojos se encadenaron al silencio.
El cielo sembró aguijones de escarcha
sobre mi cuerpo aterido.
La soledad, brumosa presencia,
guio mis pies en las trampas del fracaso.
Soledad, extraña entelequia sin rostro
sin voz, sin cuerpo ni alma.
A veces trae señales de sosiego
con caricias de alabastro
y penas de granito.
Y lágrimas secas
sobre mi destierro.
♦
¿HASTA DÓNDE?
Entre el bien y el mal
se abre un abismo.
Hay quienes lo llenan
de rosas.
Hay quienes lo llenan
de espinas.
¿Hasta dónde
el perfume?
¿Hasta dónde
las heridas?
♦
PUÑALES DE SEDA
Voy a caminar tus desvelos
voy a desnudar tu silencio.
No hay otra forma de llegarte.
Mis dedos ávidos, puñales de seda,
rasgarán la alquimia de tu piel
y penetraré tu exilio.
Llevaré en mi equipaje la caricia tierna
y un poema invicto.
Y conquistaré tu semilla
aunque duela el abismo
y el misterio te nombre.
♦
OTOÑO
El otoño se avecina minucioso
en su traje de oropeles y escarlata,
va posando su raigambre rumorosa
en las copas resignadas de los pinos.
Hay un juego sugestivo de colores
en las faldas vaporosas de los mimbres
y un murmullo de hojas muertas se adormece
en la alfombra plañidera de los robles.
Se desgaja la corteza de canela
de los plátanos crujientes de hojarasca,
resignada, la madera se desnuda
cuando emerge del otoño airosa piel.
Ramas huérfanas son lecho de rocío
mientras llega el cierzo con la aurora,
se aletarga en la calvicie de las copas
cual doncella que ha perdido su ornamento.
Tiembla el árbol que ha abdicado su esplendor
despojándose de alegres carnaduras.
Cuando siente que la vida se ha apagado
brota savia de sus venas sorprendidas.
♦
QUEBRACHO
Le digo al quebracho que aguante
la vida es dura y no perdona;
el viento muerde y la lluvia punza.
Rayos y granizos laceran la piel.
Le digo al quebracho que aguante
que él no tiene estirpe de cobarde,
la vida es dura y no perdona;
y cuando viene vestida de hombre
no hay piedad.
El hacha decapita, el fuego calcina.
Quieren tu madera, quebracho,
porque es fuerte, gentil, ardiente,
porque resiste obraje, tiempo y desafíos.
¿Y el puma, quebracho?
¿Dónde dormirá su siesta de fauno
si asesinan tu sombra?
¿Dónde soñará la serpiente su sueño de percal
y colgará la flor del aire su ardiente penacho
si masacran tus ramas con la picota del resentimiento?
¿Dónde hará nido el ave y cantarán las brisas
si queman tu celaje de tul?
Ellos no entienden que tus pies
abrazados a la tierra no pueden escapar.
Y ahí te quedas, resignado, indefenso, digno.
Qué solo te ves;
¿Dónde están tus hermanos?
La furia del hombre los derribó.
Los mismos que se calientan con tu lumbre
y se cobijan bajo tu sombra.
Ellos no entienden tu orgullo.
Sólo ven la obstinación de tu corteza trepando al cielo
y no saben que es disfraz de tu dolor.
¿Y tus lágrimas, quebracho?
No las quieres mostrar.
Sangran corazón adentro
horadando la huella de tu virtud de árbol
que no quiere lástima.
¡Celebra la savia que por tus venas corre con fervor!
♦
EL VIAJE DE LA NUBE
La nube trepó por la montaña
ignorando la voracidad de la cima.
La cima la aguardaba, codiciosa
sus dientes tallados por el hambre.
Y desgarró su inocencia.
Su inocencia tiñó el regazo
de la montaña inimputable.
Y humilló al crepúsculo.
El crepúsculo, desconcertado,
resignó su imperio
al ultraje de la nube.