AUTORA: Marta de Paris
PRÓLOGO: Gladys Abilar
Marta de París nos entrega una obra plena de madurez humana, intelectual, emotiva, femenina. Por su contenido trascendente ha sido declarada de Interés Cultural por el gobierno de la Pcia. de Corrientes, Argentina.
“Fragmentos Autobiográficos” exige una lectura episódica con saltos de tiempos entre ellos desde el pasado hasta el presente, a la manera de un calidoscopio. Desde otro enfoque resulta una crónica escrita con la franqueza de una confesión sostenida por los acordes de un pensamiento lúcido y fresco, un racconto de lo que fue una vida de lucha, sensatez y creatividad sociocultural.
En esta original autobiografía la autora nos promete un viaje a través de la memoria. Desde los albores de su niñez vivida en el pequeño pueblo rural de Lavalle, Corrientes, Argentina, en el seno de una familia libanesa que abrazó con amor y humildad a sus hijos sembrando en ellos los principios morales y la cultura de un pueblo milenario, hasta los últimos tramos vitales que aún transita con brillo y alegría indeclinables.
Comprometida con las letras, la gente y el quehacer educativo, tuvo como premisa el dar, enseñar y formar. Hizo de su larga vida una insigne docencia sembrando en cada etapa el zumo sagrado que otorga la experiencia con el fervor y la humildad de una mujer de luces que aún transita, y cuyos dones la hicieran merecedora de honorables premios y distinciones de nivel nacional e internacional. Todo lo dicho constituye el hilo constructor que atraviesa los diversos capítulos del libro, intentando dar coherencia a las realizaciones a través del discurso poético y narrativo.
Poeta, ensayista y biógrafa de calidad, su obra se agiganta en la más pura dimensión como pulsada por las cuerdas del alma. Hay en sus versos un sabor limpio y temprano, una aurora luminosa y ardiente. Hay reciedumbre, fuerza y hondura donde las emociones florecen en la piel del lector. Sueños y utopías componen su bagaje de mujer realista y soñadora.
Datos históricos, geográficos, sociales, culturales documentan el texto y acompañan el relato ubicándolo en tiempo y espacio en fina urdimbre de recuerdos y añoranzas. Evoca lejanas remembranzas paternas de la mítica Beirut, del loado Líbano, tierra de ancestros. Patria de Gibrán.
La trama argumental se desenvuelve como un ovillo cuya naciente es el instante de la inmigración. Interesante mirada de la autora cuando traza un paralelo contrastante entre la respuesta sociopolítica del novecientos y el dramatismo inédito del presente, a la vez que reinvindica el sueño del inmigrante en una patria nueva.
Marta de París se ocupa del ser humano, ahonda en su interioridad, desnuda sus sentimientos, y le descubre el alma a través de su visión armoniosa y compasiva. Piensa que desde la naturaleza más fina se desemboca en las guerras o la paz, temas centrales abordados en el capítulo II con la holgada idoneidad de quien sabe extraer el germen y la savia de los seres humanos.
Esta mujer, de años generosos y actividad incesante, continúa en la búsqueda de la ética y la solidaridad, baluartes necesarios para una sociedad permeable a factores de riesgo. Con una prosa de claridad incuestionable la lectura de estos fragmentos nos invita a la reflexión y al análisis del contorno cultural de cada época.
Lectora entusiasta, investigadora sagaz, edificó su potencial intelectual entre páginas escritas y amistades de culto cuya cercanía enriquece cualquier espíritu sediento de saber. Se nutrió del insigne Jorge Luis Borges entre otros célebres escritores hispanoamericanos.
Empeñada en llevar adelante cualquier proyecto de unidad, bonanza y crecimiento ha dedicado a la mujer su mirada inteligente y salvadora, reivindicándola y poniendo énfasis en su protagonismo a lo largo de la historia.
Expone con inusitada valentía la temática amorosa, las vicisitudes del amor y la sexualidad develando, con franco dolor, la realidad de un primer matrimonio infortunado. Más tarde viviría el verdadero, definitivo y tórrido amor, el que triunfó desafiando los pruritos de una sociedad pacata y prejuiciosa. Recomiendo leer el soneto titulado “Sin Medida” articulado en el principio filosófico de San Agustín: “La medida del amor es amar sin medida”, (p.84).
Asimismo, en una página conmovedora relata cómo se convirtió en madre aún sin serlo, y llenó de amor ese vacío aceptando los designios del destino ante un hecho de hondo dramatismo familiar.
Esta mujer, hoy menuda e infinita, da cuenta de ciertos fragmentos de su vida y de su obra literaria. No en vano es autora de una veintena de libros que la prestigian. Entre ellos Voces de la Memoria, Juana Alcira Arancibia, realización de una utopía, Tomos I y II. publicados en Buenos Aires.
Su prestigio creció con desmesura. Apenas recibida de Maestra Normal inicia su labor creativa fundando el Primer Jardín de infantes en la ciudad de Goya para el que brinda el patio de su propia casa. En 1975 funda la Filial de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) refrendada por Horacio Esteban Ratti, Presidente de la SADE Central. Precursora en muchos órdenes de la vida provinciana en 1978 se convierte en mentora de la Hermandad de Goya con San Juan de Capistrano, California, EEUU por el vuelo de ida y vuelta de las golondrinas, mientras su mente siempre activa no cesa en el hecho creativo. En plena recuperación de la Democracia, durante la presidencia del Dr. Raúl Alfonsín, se erige en Presidenta y fundadora de CELACO (Centro Latinoamericano de Cultura de Corrientes).
Casi al mismo tiempo y en pleno proceso de la globalización aparece en su vida la Dra. Juana Alcira Arancibia presidenta y fundadora del Instituto Literario y Cultural Hispánico, ILCH, con sede en California, E.E.U.U., cuando la invita a participar en el Simposio del año 1986 realizado en la ciudad de Salta, Argentina. Ambas soñadoras se identifican por una visión común de crecimiento cultural unificando criterios, compartiendo fórmulas y objetivos. De pronto surge la necesidad de integrar a Marta al proyecto ILCH donde será nombrada vicepresidenta del ente internacional. Desde ese cargo, que se prolongará durante veinte años, compartirá su función con el embajador y poeta Rubén Vela. Mientras tanto, los lazos de amistad con “Juanita” trascienden las fronteras del ILCH para erigirse en una sólida amistad cimentada en el respeto y admiración mutua.
Pionera en el arte de abrir caminos, y en respuesta a su sostenido dar y crear, su nombre mereció la imposición del mismo, Marta Elgul de París, a una calle del Barrio Bicentenario de la Patria de Goya y, como ideóloga y fundadora, a la Biblioteca Popular Marta Elgul de Paris, testimoniados con documentación fehaciente a través de las resoluciones municipales y provinciales expuestas en los textos pertinentes.
Su legado, tan trascendente como valioso, también se refleja en el “Grupo Literario Marta de París”, del cual es fundadora, y Presidenta Honoraria. Desde ese espacio de celebración de la palabra, hace oír sus voces en una verdadera fiesta espiritual, realizada mes a mes, en la sede oficial de la Sociedad Argentina de Escritores, Buenos Aires.
Y tanto más sobre ella en fragmentos autobiográficos que merecería un apéndice aparte por su incansable trabajo y sus excelentes frutos.
En síntesis, vale transcribir el párrafo escrito por la autora en el Epílogo, (p.131)” siempre intenté cumplir con mi vocación de servicio manifestada desde mi niñez:
“Servir al otro, dar y dar porque sí, a la inteligencia lo verdadero; a las almas lo bello; a los corazones la fe y el amor al prójimo”. (Sic. M.P.)