DIARIO NACIÓN – RINCÓN GAUCHO

AUTORA: Gladys Abilar

CABLE CARRIL LA MEJICANA

RINCÓN GAUCHO, JUNIO 2015

Juan Ramírez de Velasco fundó la ciudad de La Rioja el 20 de mayo de 1591, y en 1592 llegó a Famatina para tomar muestras de azogue y plata.

A fines del siglo XIX, Famatina era un distrito aurífero de gran importancia. También lo era en la extracción de minerales de plata, cobre, hierro y plomo. Impulsado por el Dr. Joaquín Víctor González (1863-1923), se elaboró un proyecto para la construcción de un cable carril con el fin de transportar el mineral desde la mina “La Mejicana” situada a 4600m de altura, hasta la localidad de Chilecito, en el valle ubicado entre las sierras de Famatina y de Velazco en pleno corazón de la provincia de La Rioja.

Con este propósito, el 4 de enero de 1902 se llama a licitación para la construcción del proyecto para el cual se destinaba un presupuesto de 217.988 pesos oro. Cinco empresas se presentan para llevarlo a cabo: fue la “Adolf Bleichert & Co.” (Leipzig) quien gana dicha licitación, firmándose el convenio definitivo el 31 de Julio del mismo año, bajo la presidencia de Julio Argentino Roca.

En Febrero de 1903  comenzó a construirse la obra y fue inaugurada el 1 de enero de 1905, en tiempo record, a un enorme costo, de despliegue y de vidas humanas.

El cable carril Chilecito-La Mejicana fue considerado una de las mayores obras de ingeniería del mundo. Estuvo operativo hasta el año 1926. Por decreto, en Octubre de 1982 es declarado Monumento Histórico Nacional.

El cable carril se componía de 8 tramos unidos entre sí por nueve estaciones, que salvan un desnivel de 3500 metros. Con una longitud de 35 kilómetros y   4303 metros sobre el nivel del mar. El tiempo total de recorrido de las vagonetas del cable carril desde un punto al otro era de cuatro horas, con una prestación horaria de 40 toneladas por hora. Transportaba 12.000 toneladas mensuales de mineral desde la mina a Chilecito. Luego era llevado en tren a los puertos con destino a Europa.

Se utilizó un total de 140 kilómetros de cable y aproximadamente 10 millones de remaches. La mayor separación entre torres es de 668 metros, y la altura de las torres varía entre 1 y 55 metros.

Trabajaron alrededor de 1600 personas y se utilizaron animales de carga como medio de transporte, en especial asnos y mulas, unos 90 asnos para el transporte de alimentos y 600 mulas para carga de materiales de construcción. El ejército argentino proporcionó 200 mulas, llegando a ocuparse unos 1000 animales de carga.

El transporte de mineral era realizado en vagonetas, las cuales se trasladaban en sentido ascendente y descendente, permitiendo así un continuo movimiento. En total eran 450 vagonetas separadas por 112 metros, con una carga de 500 kg cada una y capacidad de 0,3 metros cúbicos. La altura en algunos sitios llegaba a 450 metros. Los vagones aguateros eran los diseñados para subir al obraje y estaban compuestos de un colgante normal y un tanque hermético de 0,5 metros cúbicos de contenido. Para el transporte de personas estaban los vagones compuestos por un cajón con cuatro asientos, una puerta lateral y las ventanas correspondientes. Al costado tiene un  ensanche que sirve para llevar una provisión de agua y sirve también de lastre, para guardar valores postales, cartas, etc

El cable se halla anclado a uno de los extremos, mientras que en el otro pende un contrapeso de 20 toneladas con el objeto de brindarle rigidez. Cada estación está enlazada a la siguiente mediante un cable de sostén de 32mm y un cable de tracción de 23mm soportado por torres ubicadas a intervalos regulares. Los cables son de acero con enganches de plomo entre los tramos.

 La estación 9 corresponde a la mina La Mejicana, ubicada a 35 kilómetros de Chilecito y 4603 metros sobre el nivel del mar.

El auge del cable carril se fue extinguiendo luego de la primera guerra mundial, cuando los ingleses, impulsores del proyecto, se retiraron. Otras empresas privadas continuaron con la explotación, pero hacia 1926 no pudo sostenerse y cerró definitivamente. 

El cable carril es la obra de ingeniería más larga y alta del mundo en su tipo. Es testimonio del empuje y la prosperidad de una época bendecida por el oro. Es la grandiosidad del ensamble perfecto y la adaptación matemática del hierro a la voluntad del hombre. Hoy en día se conserva casi en perfecto estado y es foco de atracción para el turismo geológico minero y de aventura.