AUTORA: Gladys Abilar
VICENTE ALMANDOS ALMONACID. El Cóndor Riojano
RINCÓN GAUCHO, AGOSTO 2016
Ingeniero, diplomático y aviador. Nació en Anguinán, Chilecito, La Rioja, en 1882.
Su padre, Vicente Almandos Almonacid, ganadero y empresario minero en Famatina, fue Gobernador de La Rioja entre 1877 y 1880. Su madre, Esmeralda Castro Barros provenía al igual que su marido de una familia de tradición Unitaria. Su abuelo paterno, el Coronel Lino Almandos, luchó contra los caudillos federales Chacho Peñaloza y Felipe Varela en el contexto de las Guerras civiles argentinas.
La empresa familiar progresó hasta que la crisis financiera de 1890 aniquiló la actividad minera llevándolos a la quiebra. Al año siguiente fallece su padre. Estos golpes motivaron el traslado de su madre con el hijo de seis años a Buenos Aires en busca de mejores condiciones. Vicente cursa sus estudios en el Colegio Nacional y luego en la Escuela Naval Militar. Diplomado de Guardia Marina ingresa a la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, en la carrera de ingeniería.
Al finalizar sus estudios y motivado por el avance científico en su país en ocasión del Centenario Argentino y la Belle Époque, diseñó y abordó la construcción de un pequeño aeroplano que denominó “aeromóvil”. Ante la dificultad de llevar a cabo su proyecto en el país, teniendo como objetivo convertirse en piloto y crecer como ingeniero, optó por mudarse a París en 1912 donde se había fundado la primera escuela de aviación del mundo. Allí tuvo la oportunidad de intercambiar opiniones con Gustave Eiffel, responsable de la construcción de la Torre homónima y de la estructura interna de la Estatua de la Libertad.
Luego decide concurrir al Aeródromo de Farman, cerca de Versalles, para diplomarse como piloto profesional. Sus comienzos fueron duros debido al desconocimiento del idioma. Los profesores franceses que debían impartirle la técnica de vuelo lo confundieron con un experto piloto sudamericano y lo mandaron a comandar un complejo monomotor que estaba listo para despegar. Los argumentos no fueron comprendidos por los franceses, incapaces de descifrar las gesticulaciones del riojano quien sólo había piloteado simples aparatos de su invención. De pronto se vio instalado frente al complejo tablero de comando del avión logrando despegar gracias a su intuición. En el aire, mientras descifraba el ignoto instrumental de vuelo, el aparato provocaba arriesgadas maniobras. Los franceses, que observaban sorprendidos las veloces picadas del avión, interpretaron que el piloto ofrecía una exhibición de acrobacia aérea.
Al estallar la Primera Guerra mundial, estimulado por su cariño a Francia y el deseo de aventura y curiosidad, decide alistarse como voluntario del ejército. Comienza una destacada y valiente tarea en defensa de Francia. Fue piloto de la Fuerza Aérea Francesa en la Legión Extranjera donde se hizo merecedor de la honrosa “Medalla Militar” por su desempeño, y luego de protagonizar la peligrosa misión de bombardear una fábrica de gases asfixiantes en la frontera con Alemania. Al arrojar una bomba su avión sufrió una estruendosa sacudida por el impacto explosivo. Logró dominarlo, cuando descubre que una flota de aviones alemanes, siete Aviatiks, se lanza tras él dispuesto a derribarlo. Después de una temeraria persecución y ante las balas enemigas Almonacid hace vuelos en espiral esquivando el ataque. Consigue atraerlos hacia campo enemigo donde la artillería francesa acude en su ayuda. Cuando Almandos bajó de su avión, éste estaba acribillado, y el piloto intacto.
Volvió a Argentina con el grado de Capitán y la insignia de Caballero de la Legión de Honor. Mereció además la “Cruz de Guerra” al realizar riesgosas tomas fotográficas por orden del Estado Mayor sobre ciertas posiciones alemanas. En esa operación es alcanzado por obuses que le destrozaron un ala del avión haciendo que el mismo chocara contra el suelo. El piloto resultó ileso.
En 1920 es el primero en cruzar en vuelo nocturno la cordillera de Los Andes, desde Mendoza hasta Valparaíso. Se lo apodó “el cóndor riojano”. Ese mismo año contrae enlace con Lola Güiraldes, sobrina del autor de Don Segundo Sombra. Luego encara la tarea pionera de fundar la compañía “Aeroposta Argentina”, abarcando durante años la larga geografía argentina. Fue creada el 5 de septiembre de 1927 como filial de la Compañía General Aeropostale francesa. Prestó los primeros servicios aéreos nacionales en las rutas a Asunción del Paraguay, Santiago de Chile y sobre la región patagónica -Bahía Blanca, Comodoro Rivadavia y Río Gallegos-. En mayo de 1949 se fusionó con A.L.F.A., F.A.M.A. y Z.O.N.D.A., dando origen a Aerolíneas Argentinas.
Como diplomático fue Cónsul Argentino de Boulogne-Sur-Mer desde 1938 hasta 1945.
En reconocimiento a sus logros, Francia le otorgó múltiples distinciones. Entre otras, su nombre fue tallado en el Arco de Triunfo de París en una corta lista de héroes franceses.
En Argentina el Aeropuerto de La Rioja lleva su nombre en su honor.
El riojano de dos mundos muere en Buenos Aires en 1953.