DIARIO NACIÓN – RINCÓN GAUCHO

AUTORA: Gladys Abilar

AICUÑA, ¿PUEBLO DE ALBINOS?

RINCÓN GAUCHO, AGOSTO 2017

Aicuña es una población enquistada en el corazón de las Sierras de Famatina, provincia de La Rioja, compuesta por cerca de 300 personas. Esta aldea es conocida por el elevado grado de albinismo de sus pobladores. El promedio normal de éste fenómeno en el mundo es de 1 cada 17000 habitantes. En Aicuña se reduce a 1 cada 90. En realidad no se trata de un pueblo de albinos. Pero el fenómeno que contradice la estadística mundial se mantuvo a lo largo de cuatro siglos.

Aicuña es un lugar encantador, de una belleza atemporal, donde naturaleza y sosiego se conjugan en un acervo de atributos para forjar la bonanza de sus habitantes.

Llegar a este pueblo a 60 km de Chilecito, sugiere la aventura de transitar riesgosas curvas que bordean insoldables precipicios en la cuesta de Miranda, entre el colorido verde-rojo de sus montañas a 2000 metros sobre nivel del mar.

La causa del alto grado de albinismo responde a un fenómeno sociológico y genético. El factor del aislamiento geográfico es crucial, un camino zigzaguenate entre las montañas comunica –o aísla- a Aicuña con el mundo y su progreso a lo largo de casi cuatro siglos.  Su población se desarrolló dentro de un sistema endogámico -el casamiento entre parientes era común en aquellos tiempos.

El albinismo es el resultado de la ausencia congénita del pigmento melánico, luego la piel y el pelo resultan de color más o menos blanco y las retinas rosadas. Las pupilas vibran con movimiento involuntario. Padecen de fotofobia, el sol, la luz intensa, les causa daño, por ello deben protegerse con anteojos oscuros.

 

Aicuña es conocida también como el pueblo de los Ormeño. Hasta hace poco, de las 200 personas que figuraban en el padrón, 143 eran Ormeño. Y en la escuela, de 100 alumnos, 87 llevaban el mismo apellido.

Tan sorprendente es la concentración de apellidos Ormeño como la de albinos cuyo apellido también lo es.

En Aicuña las tierras no eran fiscales sino que ya tenían dueño, lo que motivó que levantaran registros legales de transferencia hereditaria. Como todos son parientes, todos son dueños legítimos de su propiedad.

En 1970 el doctor Eduardo Castilla, especialista en genética poblacional, atraído por el albinismo de Aicuña, realizó estudios de gran complejidad. Rastreó el gen a lo largo de catorce generaciones y obtuvo un árbol genealógico cuyos orígenes se remontan a principios del siglo XV. Aún se conservan los archivos del Registro Civil y de la iglesia, además de la memoria viva de los habitantes quienes no ocultaron la paternidad de hijos naturales.

Castilla logra identificar al antepasado común de la dinastía: el general Nicolás de Brizuela. Este español perteneciente a la nobleza llegó a La Rioja alrededor de 1632 con su mujer y varias hijas, entre ellas una llamada Lorenza. Nicolás de Brizuela no era albino, pero había dejado en España a un hermano que sí lo era, apodado el “payo”. Apelativo que se trasladó a estas tierras. La palabra proviene del latín albinus. El gen del albinismo es recesivo pero puede hacerse dominante cuando los miembros de la misma familia mantienen relaciones sexuales durante generaciones.

Brizuela también intimó con una Cacica de Olta con quien tuvo un hijo, Domingo, al que reconoció y le otorgó su apellido. Pensando en su futuro el General decide comprarle las tierras a don Juan de Miranda – de allí el nombre de la famosa cuesta -, y ponerlas a nombre de su hijo ilegítimo para evitar cualquier reclamo de otro descendiente. Con los años Lorenza y Domingo, medio hermanos, se casan y tienen muchos hijos.

Más tarde llega don Apolinario Ormeño procedente del Perú dando inicio a una prolífica familia que logró desalojar casi en su totalidad el apellido Brizuela. El sistema endogámico se conserva con notable precisión.

Actualmente sobreviven otros dos apellidos: Páez y Oliva.

La economía de la zona se basa en el cultivo de la nuez, maíz y olivo; también la cría de cabras y truchas “arco iris”.

Desde otro ángulo, podemos asegurar que el principal patrimonio del pueblo es la gente y su calidez, personas serenas y afables. El visitante siempre encontrará, en un marco de naturaleza sin estridencias, humildes casas de adobe que parecen salidas de un cuento, una mesa servida con queso de cabra, dulces caseros, quesillo, pan amasado en casa, como corolario de una visita irrepetible. 

AUTORA: Gladys Abilar

AICUÑA, ¿PUEBLO DE ALBINOS?

RINCÓN GAUCHO, AGOSTO 2017

Hola Gladys

Acabo de terminar de leer tu libro, un placer estético y además encontré  una musicalidad interna que recorre todos los poemas . Me detuve en la instancia primitiva que creo ha sentido el primer hombre sobre la tierra cuando sin saber destino se deja llevar y  percibe: “Creo en la mirada que me elige /porque aún sin conocerme me fecunda” y transmuta aún sin un rumbo “Tus pies sospechan mis huellas”. Creo que aquí  rozas la palabra como aquellos trovadores de Federico II; y  por momentos recreas el sueño de los hombres  o de aquel hombre que se pensó: “Se durmió el ocaso en su púrpura”. Seguro de vaticinar sus días “Voy a caminar tus desvelos”  Se podría interpretar que sería el encuentro con el otro, con el semejante ; pero también y por qué no, con el sendero que es parte de la inspiración de los seres “”Lo inspira en vano quien no lo siente” Quien  no construye, quien olvida la vida misma en la naturaleza  “…ante el éxodo impío de la lluvia” Y si, somos los que siempre partimos sin duda, desde nuestras historias, desde el silencio, desde el día , porque nos transformamos como señalás “Eres el misterio que proclama” , parafraseándote somos todos los misterios desde el origen.

 Muchas gracias por la lectura, muchas gracias por tu amabilidad.

 

Ángela Gentile