Cuando hablamos de Gladys Abilar, la definimos como narradora, poeta, ensayista, acotando solo a su universo literario. Pero para entender su obra, se hace necesario, ampliar el abanico artístico que moviliza su creatividad a lugares donde la emoción, las pasiones y los espacios danzan en nuestros labios. Al leerla nos deja presos de sus palabras que cobran sentido y dan valor estético y narrativo a la cotidianeidad –cotidianeidad tan maltratada por su ritualidad constante-
Jugar con la mente, apoderarse del corazón del que lo lee, es su razón artística. Provocar silencios, risas, introspección, reflexión y tristezas, a partir de imágenes escritas hace, que nos ubiquemos no solo como espectadores de las historias, sino, como protagonistas a través de nuestras sensaciones, donde la piel, el corazón y la carnadura hacen eco de la pasión de lo escrito.
Haciendo un repaso de su prosa en el libro, encontramos el cuento “Instinto” donde recorre, a través de su musa poética, un cortejo sexual equino en su estado más puro, donde lo animal, muy visible también en nosotros, llena de pasión a quien lo observa y espera, aunque en vano, un final que no podrá ser.
La situación que guarda el tesoro de la apropiación del “solo ver” en el relato “Voyeur” esconde también los límites de aquello imposible, pero el conformismo llena de placer y erotismo al protagonista, que no necesita de un final deseado y previsible.
Comprender la súplica de la Shulca, rodeada de esa candidez ancestral propia de la etapa de la niñez, mezclada con el dogma religioso, hace de “El Padre cura” sea algo más que un cuento, se transforma en una dramaturgia de una comedia costumbrista de alto vuelo, propiciando sonrisas y alegrías, a partir de una historia rodeada de ternura e inocencia.
La valentía no solo puede embarcarse como un valor humano, nuestro gran amigo el perro, en “La Victima”, nos da una lección moral y solidaridad en una sociedad, que hace foco en una violencia entramada… tejida en nudos de dolor y sinrazones.
Gladys Abilar a partir de su prosa extensa en vocabularios, ricos en sutilezas, ternuras, justicias y dramas, propicia el andamio necesario para que ella como artista construya una obra de arte de varias dimensiones. Cada línea, que escribe, dice algo que nos inquieta o nos conmueve y lo transforma en un texto enriquecido por la corporalidad a través de su pluma, el pincel y el cincel de una de las grandes escritoras contemporáneas.